(Segunda parte autorizada de El principito)
Un hombre que viaja solo en automóvil por las extensas y desoladas rutas de la Patagonia, ese territorio mítico y extraordinario, encuentra a un adolescente desvalido, casi muerto de hambre, que resulta ser aquel pequeño príncipe ya crecido, que regresa a la Tierra. Los dos viajeros, tan dispares, entablan un diálogo profundo y sorprendente que va desnudando con sencillez los grandes interrogantes de la existencia. Así, el viaje se transforma en un auténtico recorrido espiritual que va de la inocencia a la madurez, de lo cotidiano a lo trascendente, y de la tristeza a la alegría y el entusiasmo de vivir.
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