domingo, 8 de diciembre de 2013

Los ojos del perro siberiano

Nos quedamos un rato en silencio, envueltos en el perfume de las hierbas. Hasta que le pregunté.
-¿Por qué nunca hablamos de Ezequiel?
Apoyó las cosas en el piso con mucha calma. Estiró su mano como para acariciarme. Me miró. Bajó la mano. Luego la vista y dijo en un susurro:
-Hay cosas de las que es mejor no hablar.

"Es terrible darse cuenta de que uno tiene algo cuando lo está perdiendo.
Eso es lo que me pasó a mí con mi hermano.
Mi hermano hubiese cumplido ayer 31 años, pero murió hace 5.
Se había ido de casa a los 18, yo tenía 5 años. Mi familia nunca le perdonó ninguna de las dos cosas, ni que se haya ido, ni que se haya muerte.
Esto, si no fuera terrible, hasta sería gracioso.
Pero no lo es, lamentablemente.
Perdonen si este párrafo es confuso. Quiero contar toda la historia esta noche.
Mañana me voy.
Tal vez si logro repasar mi historia en voz alta, aunque sea una vez, me sienta más liviano en el momento de tomar el avión.
Pero no sé si podre."

*Puede contener Spoilers*


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